Siempre
vivimos buscando a ese príncipe azul… y no es nuestra culpa, si no de la Sociedad,
porque desde pequeñas nos crean la idea de encontrar a ese príncipe azul, lo
peor es que a veces no buscamos un prototipo hermoso, si no que nos conformamos
por encontrar aunque sea a ese príncipe sapo.
Desde
pequeñas llenan nuestra mente de ilusiones en encontrar a ese chico perfecto,
guapo, encantador, caballeroso, amable, romántico y millonario. Ese príncipe
que se enamora de cualquier marginada, de cualquier cenicienta o blanca nieves.
Pero seamos realistas solo hay dos clases de príncipes, eso que les gustan
otros “príncipes”, o esos que saben que son guapos y perfectos y que prefieren
tener muchas cenicientas y Blanca nieves, esto se debe a que ellos lo saben,
saben que son atractivos y pueden conseguir a la mujer que sea. ¿Para que tener
solo una cenicienta si pueden tener varias cenicientas?.
Ese
es nuestro error, que llenamos nuestra cabeza de cosas irreales, que crecemos
esperando tener una vida de Disney. Y cuando llega la verdad, nos
desilusionamos, sabemos bien que la realidad es otra, pero preferimos
engañarnos con el dichoso “tipo ideal”, ese que preferimos creerles sus
mentiras con tal de tenerlo a nuestro lado.
Si
analizamos todo cuento de princesa donde solo nos muestran el antes y no el
después de el “vivieron felices para siempre” y nos enseñaran la realidad de
las cosas, tal vez sufriríamos menos y habría menos patanes.
La
realidad es, que debemos ser libres de cualquier prototipo, claro, que queremos
encontrar al hombre perfecto, pero a veces nos cegamos tanto que no nos damos
cuenta que a veces lo que tenemos enfrente o lo que realmente queremos.
Dejemos
esa idea de que somos príncesitas y que vendrá un príncipe en su corcel a
salvarnos.
Querernos a nosotras mismas y saber lo que merecemos. Un amor leal y sincero...
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